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España traspasa fronteras

España traspasa fronteras para dominar la construcción

octubre 19, 2018

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El creciente peso de las compañías españolas en el mercado mundial de las infraestructuras convierte al país en la segunda mayor potencia del sector, sólo por detrás de los gigantes chinos, alimentados por su fuerte demanda interna.

El campo que rodea el pequeño pueblo de Rivabellosa, en la provincia de Álava, luce un exuberante color verde fruto de la incesante lluvia, en un entorno de hayas, pinos y robles. Está muy lejos de los desiertos de Arabia Saudí, pero es aquí donde la empresa de mediano tamaño Talgo ha construido los trenes para la línea de alta velocidad que une los lugares sagrados para los musulmanes de La Meca y Medina.

Carlos Palacio Oriol, el presidente de Talgo, explica que uno de los mayores retos a la hora de diseñar los vagones fue el de prevenir que se colasen por las puertas finos granos de arena. “La arena no supone un problema por esta región”, comentó entre risas. Esta prueba de ingeniería pone de relieve el cambio que se ha producido en el panorama empresarial español en los últimos años: los grupos de infraestructuras españoles se han convertido en una fuerza dominante en los grandes proyectos de construcción globales, con un tamaño y poder sólo superados por China.

Constructoras y concesionarias como Ferrovial, Acciona y ACS, viven un boom en los mercados internacionales, donde se está produciendo un crecimiento del gasto en infraestructuras debido a tendencias a largo plazo como la urbanización y el aumento de la población. Y todo ello pese a que la economía del país aún sufre los efectos de la crisis inmobiliaria y la recesión de 2009 a 2013, que costaron millones de empleos y dejaron a España endeudada, y del entorno político dividido, con un débil Gobierno en minoría en el poder.

El proyecto de La Meca a Medina, ganado por un consorcio de 12 grupos españoles, incluido Talgo, es sólo uno de los grandes proyectos liderados por España. Otros incluyen la ampliación del Canal de Panamá, el Crossrail de Londres, el metro ligero de Sídney y metros en Riad, Doha y Lima. En total, la facturación exterior de las 11 principales constructoras españolas ascendió el año pasado a casi 60.000 millones de euros, un 50% más que las empresas estadounidenses o francesas, y casi el doble que los grupos de Italia y Corea del Sur, según datos de Engineering News Record. Sólo las compañías chinas cerraron más operaciones en el extranjero. Con casi 100.000 millones de euros, “los grupos españoles de infraestructuras han alcanzado un enorme éxito en las escena internacional”, señaló Ovidio Turrado, responsable de infraestructuras de la consultora KPMG en España. “La crisis doméstica en España les obligó a salir al mundo, donde han prosperado”.

DÉCADA DORADA

La historia de éxito de España en las infraestructuras y concesiones empieza en los vertiginosos años de finales de los 90 y principios de los 2000, cuando el dinero estaba barato y el Gobierno español gastaba con generosidad. En ese periodo, España construyó la segunda red de trenes de alta velocidad más larga del mundo e hizo un fuerte gasto en autopistas de peaje. El sector de la construcción nacional edificaba más viviendas que Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntos. Según diversos estudios, gran parte de este dinero tuvo un uso poco productivo.

Un informe del mes de junio de la Asociación de Geógrafos Españoles muestra que las agencias gubernamentales gastaron más de 81.000 millones de euros entre 1995 y 2016 en “infraestructuras innecesarias, abandonadas, infrautilizadas o mal programadas”. Pero eficientes o no, la enorme inversión supuso una bendición para los grupos del sector español. Los más astutos aprovecharon la experiencia recién adquirida y la financiación doméstica para empezar a expandirse en el exterior y a competir por grandes proyectos. “Las empresas españolas adquirieron valiosos conocimientos en casa desarrollando proyectos en los años en que la inversión en nuevas infraestructuras estaba en auge”, señala Luis Castilla, consejero delegado de Acciona Infraestructuras.

Española FCC

Grupos como Acciona y Ferrovial, accionista mayoritario del aeropuerto británico de Heathrow, y ACS, socio de control de la constructora alemana Hochtief, hicieron grandes apuestas en proyectos y concesiones en el exterior. A nivel nacional, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la severa crisis bancaria provocados por la crisis financiera desde 2007 pusieron patas arriba el sector de la construcción. La edificación de nuevas viviendas prácticamente se detuvo. Lo mismo sucedió con el gasto gubernamental en infraestructuras. A los que sobrevivieron, esto terminó haciéndoles más fuertes, según analistas y ejecutivos.

Algunas compañías, sobre todo las estrictamente nacionales, quebraron, pero las que siguieron adelante salieron de la crisis con menos endeudamiento y una mayor proyección internacional.

“El legado de la crisis [financiera] es que el mayor grupo de infraestructuras de España se centró en el mercado internacional”, asegura Íñigo Meirás, consejero delegado de Ferrovial, una de las mayores constructoras del país con operaciones en Reino Unido, EEUU, Canadá, Australia y Polonia. Meirás explica que en el pico del mercado español en 2007, Ferrovial tuvo ingresos de 3.600 millones de euros en España, procedentes principalmente de la construcción de viviendas y de obras civiles. Hoy, los ingresos de la construcción en España han caído un 80% a sólo 600 millones de euros.

“Un día nos dijimos a nosotros mismos que estos ingresos nunca volverían… Sabíamos que teníamos que redoblar nuestros esfuerzos en los mercados internacionales”. En la actualidad, el 77% de los ingresos de Ferrovial procede de fuera de España. El beneficio neto aumentó en 2017 un 21%, a 454 millones de euros, en comparación con el año anterior. Castilla, de Acciona, cuenta una historia similar sobre la internalización, añadiendo que la crisis también les obligó a reducir costes y los niveles de deuda. “Uno de los efectos secundarios positivos de la crisis financiera es que nos obligó a volvernos más eficientes -en nuestro uso del capital, en nuestros métodos de construcción, en nuestras pujas-“. Javier Parada, socio de ingeniería y construcción en Deloitte, señala que las “empresas españolas han reducido significativamente el endeudamiento en los últimos años”. Sin embargo, estas compañías aún afrontan retos en los mercados internacionales, pese a su tamaño y trayectoria.

Julián Núñez, presidente de la patronal de la construcción Seopan, advierte que tanto a ellas como a otros actores europeos les cuesta cada vez más competir eficazmente con los grupos asiáticos en Asia y África debido a la falta comparativa de apoyo gubernamental. “Las compañías asiáticas reciben un apoyo significativo de sus gobiernos y de las agencias de crédito para las exportaciones que hacen muy difícil competir contra ellas en igualdad de condiciones”, asegura, instando a la Comisión Europea y al Banco Europeo de Inversiones (BEI) a que ayuden dando financiación fuera de Europa.

No obstante, con independencia de la feroz competencia, los grupos españoles están en un mercado enorme que sigue creciendo. Un informe del año pasado de Global Infraestructure Hub, una iniciativa del G20, señaló que la necesidad de inversión en infraestructuras globales alcanzará los 94 billones de dólares hasta 2040, cifra que representa un crecimiento del 3,5% anual.

Fuente: Michael Stothard
https://amp.expansion.com

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